Per Juan García Sentandreu
Mucha gente puede pensar que Laporta es un señor con dinero que se ha hecho popular con su presidencia al frente del Barça y ahora busca protagonismo en la política. El problema reside, como siempre en las ideas. ¿Son todas las ideas respetables? No, yo creo que no. Lo que son y deben de ser respetables son las personas pero las ideas… no necesariamente.
¿Qué ideas no son respetables? Pues a mi entender las que no respetan la ley, la historia, los sentimientos populares y, sobre todo a las personas. Y es que en el partido de Laporta hay conocido miembros de Organizaciones que en su día recurrieron al terrorismo para defender "sus ideas" que, además de no respetar a quienes fueron sus víctimas, no acatan nuestro estado constitucional y los principios que lo inspiran.
El número uno de Laporta en Valencia, Josep Guía, ha sido militante del movimiento terrorista TERRA LLIURE, de inspiración nacionalista independentista catalana (o, para decirlo de otra manera, la ETA CATALANA) y lo sigue siendo aún de su versión política el MOVIMENT PER A LA DEFENSA DE LA TERRA (PSAN). Además, por eso que se sienten más catalanes que valencianos, Josep Guía se presentó en las lista del partido de Laporta por Barcelona. A Guía lo conocí en mi época universitaria como Vicerrector de Estatutos y me las tuve que ver con él tanto en el Claustro como en la Comisión redactora de los nuevos estatutos Universitarios. Sólo por aquel entonces fue detenido hasta 5 veces, las ultimas, por allanamiento de morada, coacciones, amenazas y robo después de haber participado en el entierro de un terrorista de Terra Lliure al que le explotó la bomba que iba a poner y la palmó.
La número dos de Laporta es la conocida terrorista Nuria Cárdena, cumplió 4 años de prisión por atentado contra una residencia militar en Barcelona. La Cárdenas cerró la lista de Solidaritat Catalana, también en las elecciones catalanas, por la circunscripción de Gerona.
Guía y Cárdenas son los fichajes de Laporta en Valencia para defender su opción "tranquila" para anexionar el "Pais Valencià" als "Paissos Catalans" y proclamar la independencia de la nueva "Nacio Catalana".
Ante esta montaña de basura intelectual y política podíamos hacer dos cosas: dejarlos pasar como a Pedro por su casa o hacerles llegar la poca gracia que nos hace a los valencianos sus andanadas, provocaciones, insultos y humillaciones. ¿O es que los valencianos vamos a estar históricamente condenados a dejarnos humillar por estos fantasmas del nacionalismo neocolonialista sin protestar, al menos?
Pues eso es lo que hemos hecho: protestar. Nada de impedir el ejercicio de libertadas ni mamarrachadas de conculcar derechos constitucionales. Aquí, lo único que se está poniendo en entredicho es nuestro derecho a protestar al envolverlo con falsas imputaciones de intencionalidad agresora. De eso nada de nada. Los agredidos fuimos nosotros que no se nos permitió ejercer nuestro derecho constitucional a expresarnos libremente y, en ejercicio de nuestro "ius criticandi" poner a parir a toda esta patulea de exterroristas y radicales izquierdistas que se han rendido al "glamour" de un pijo de derechas y de ideas nacionalistas y esencialistas tipo nazi que busca abrirse un hueco en la atomizada sociedad política catalana.
Laporta hizo su acto sin que nadie lo sacara a gorrazos de su tribuna y a mí por decirle "Laporta, nazi, invasor, vete a tu casa", y "Vixca el Regne de Valencia lliure de renegats i catalanistes" me empujaron, me intentaron arrancar y romper mi señera y, finalmente, me retuvieron contra mi voluntad en una sala hasta que a alguien Delegación de Gobierno Socialista le dio la gana.
Laporta se manifestó libremente y yo le dije lo que quería. El hizo su proclama anticonstitucional, antiestatutaria, antihistórica, se ciscó en los valencianos y, lo menos que podía pasar, es que alguien le dijera a este señor lo que pensamos muchos valencianos de él. Pero al que me retuvieron fue a mí que llevo toda la vida defendiendo la Constitución, la legalidad y a mi tierra. Así son las cosas.
Yo ya avisé –y así salió en prensa- que "me sentía convocado por el propio Laporta dada su amenaza" y que intentaría decirle, lo más cerca posible, lo que pienso de él". Luego salieron los "laportinos" pidiendo protección a las fuerzas de seguridad del estado, a las que ellos llaman "forces d´ocupaccio espanyoles". Pues, la recién llegada Delegada del Gobierno socialista, Ana Botella, perdió el culo para dejar claro que "activaría un dispositivo pertinente con especial sensibilidad" para proteger el acto de Laporta y de su partido independentista.
Como vi que expresarse en tierra de uno y decir al invasor las verdades del barquero me iba a resultar muy difícil, pensé que lo mejor que podría hacer es ser cliente del mismo hotel que Joan Laporta. Y me registre en la habitación 316 desde la que dirigí (jeje) mi aparición estelar.
Hice el booking la víspera, el sábado a las 10 de la mañana, y tras entregarme la llave visité la habitación. Pese a que pedí que me dieran fachada a la plaza, no pudo ser, la 316 recaía a la angosta Vilarragut, por lo que mi "ataque" no podría reconducirse a descolgar una enorme Real Senyera Coronada o una espectacular pancarta que dijera "Laporta, Yanki, GO HOME".
Descartadas otras opciones más divertidas -no estaba la cosa para risas- opté por bajar a la hora adecuada (¿hora "L"? de Lapuerta) y decirle de todo menos "bonico" y hacerle patente mi enfado.
No. No dormí en el Astoria. Lo hice en casa con mi familia y después de una buena cena, ver el futbol con el consiguiente "patiment" con nuestro Valencia CF y jugar una partida al dominó con mi amigo Julio, al que, por cierto, gané.
A las 7 de la mañana tomaba un taxi y me fui al Astoria, me metí en la habitación y estuve viendo un programa de naturaleza o de animales. No sé si era "Pelo, Pico Pata.." A las 11.30 me bajé a la entreplanta desde donde hay una perspectiva de la plaza extraordinaria. Y del propio hall. Así que desde mi promontorio divisaba todo el campo. Allá a lo lejos, los jóvenes almogávares de les Joventuts de Coalicio y del GAV enarbolaban sus banderas mientras proferían nuestros gritos de rigor "Aur.. Aur… desperta ferro!
A las 11,50 llegó Laporta que, cual Führerinvasor, le rindieron guardia y pasó revista a la panda de colaboracionistas alineados que lo recibían con una pancarta que leía "Benvingut a Valencia" junto con una bandera independentista catalana. Luego, todos, alzaron el brazo e hicieron el signo de los 4 dedos, cuatro barras, pidiendo la independencia y la proclamación del I Reich catalán.
Cuando se decidieron a entrar en el hotel y cruzaron el umbral de la puerta principal, bajé un piso y me lo encontré de cara. Y lo demás ya lo sabéis. Está en todos los medios.
Tengo 50 años. Muchos podrán pensar que estas cosas son propias de jovenzuelos. Pero cuando uno es consciente de lo que se juega –especialmente los que lo sabemos y conocemos el pelaje de nuestros adversarios- está dispuesto a casi todo. Yo hubiera preferido seguir en mi casa. Escribiendo o leyendo. O durmiendo. Pero os lo digo en serio, si verdaderamente queremos dejar a nuestros hijos y nietos una tierra, una cultura y una identidad arraigada en la historia y en la verdad de lo valenciano, lo que no podemos hacer es dormirnos. Aunque sea domingo.
*Presidente de Coalicio Valenciana