Orgullosos de nuestras raíces

Per Juan Vanrell Nadal

Nuestra cultura tradicional es la base firme del futuro de nuestra civilización. Emana fundamentalmente del humanismo cristiano. Es totalmente falaz la teoría que pregona que el cristianismo aturde y despersonaliza, que “es el opio del pueblo”, en palabras del acaudalado burgués Carlos Marx.

Cada día estoy más firmemente convencido de la importancia iluminadora de nuestra civilización cristiana. Basta comprobar con hechos diarios que el laicismo relativista -cómodo y hedonista- arruina los auténticos valores morales de la sociedad española. Debemos oponernos a tamaña destrucción. Por esto debemos asirnos fuertemente a nuestras raíces perennes: FAMILIA, PUEBLO, LENGUA, RELIGIÓN, EDUCACIÓN, peligrosamente socavadas por unos nuevos “progres” mesiánicos.

La destrucción de la familia natural es un atentado a la antropología. El matrimonio es un padre, una madre y los hijos. El aborto voluntario no es un derecho de la mujer. Es la muerte violenta de una persona viva en el seno de su madre… Un embarazo no es una desgracia. Es un don prodigioso que hace de la mujer la reina de la creación… Es cierto que la biología, como todo lo humano, no es perfecta, por lo que se producen fallos y desvaríos. Deben solucionarse con comprensión amorosa y ayuda generosa. Pero hacer natural lo que no lo es, es destruir perversamente a la familia.

La supresión de crucifijos es también un atentado a la tolerancia y al perdón. Cristo, desde la cruz de un aula, da a los estudiantes la lección suprema de la convivencia y el perdón. Desde ella clamó: “¡Padre, perdónalos!”. Ninguna teoría académica superará jamás la grandeza de este ejemplo sobrecogedor…

La educación actual en España da pena, la cultural y la cívica. Modernos ideólogos iluminados presentan el “carpe diem” como la solución a los problemas estudiantiles. Marginan la excelencia, basada en el esfuerzo y la disciplina, y la sustituyen por su revolución egocéntrica decadente, sin honor ni grandeza… Mientras en España nos avergüenzan las escenas del botellón, en Japón nos han impactado las escenas admirables de heroicidad y de responsabilidad disciplinada. ¡ES LA EDUCACIÓN!... ¿Concibe alguien que universitarios japoneses profanen templos, sinagogas, mezquitas o lugares de oración?... Este deshonroso honor lo ostentan universitarias españolas, sin dignidad ni pudor…

En Valencia y Baleares tenemos el problema añadido del vil expolio de nuestra respectiva lengua ancestral. “La lengua es el alma del pueblo” (Descartes). Bajo el pretexto falaz de un inventado cientificismo, los políticos quieren que sea “català” lo que siempre, siempre, siempre ha sido “valencià” y “baléà”. Sin ninguna base filológica, exclusivamente por conveniencias políticas, se mercadea con nuestras genuinas lenguas autóctonas… Cataluña destina muchos miles de las antiguas pesetas a su inmersión lingüística. Los “inmersores” prosperan a ojos vista… Algunos de mis paisanos mallorquines son los más fervientes defensores de esta inmersión. Esta mañana, ordenando escritos, me he encontrado con algunas réplicas anónimas a artículos que me publicaba “Libertad Digital Balear”. Los comentarios negativos se ceñían a descalificaciones: “El Sr. Vanrell fa valer la seva càtedra per dir dois… Mai ha defenssat Mallorca ni el mallorquí” (2008-11-03. 22,38,23). Uno recordaba mi buena labor como profesor de latín, pero bastantes seguían una línea despectiva: “L’alumne d’en Vanrell no ens explica si escribía els participis en D o en T. En Fabra y en Moll no tenían titulació en filología, però eran uns savis. Na teresa Puerto y en Vanrell tenen titols, però els vessen els dois. El Sr. Ubieto (acs) està totalment desfassat” (2008-11-04. 15,28,45)…

Estamos en pleno 2011 y todo continúa igual de emponzoñado. La ofuscación obcecada del pancatalanismo sigue petrificada en su ensoñación feudal de cuando, por los años del 870, Wifredo, nombre muy catalán, consiguió la autonomía a cambio del tributo de vasallaje al Rey de Francia, que perduró hasta 1258, Tratado de Corbeil. Sólo así se entiende la estulticia que ha soltado el catalán Alfons Godall, vice de Laporta, al afirmar sin sonrojo:”El destino y la desdicha nos ha llevado a tener que ser españoles, por esto entendemos la desgracia de los japoneses con sus terremotos”… Como la capacidad de idiocia no tiene límites, Nou Valencianisme, Círculo Balear y demás, verdaderos adalides de nuestra irrenunciable identidad, deben seguir muy vigilantes.

Ésta y otras insensateces expuestas refuerzan el orgullo de mi educación cristiana, cimentada en la búsqueda de la verdad objetiva, dentro de la libertad responsable al servicio del Hombre. Si intentar superarse y ser creyente es “ser de derechas”, entonces lo soy y a mucha honra. Convencido, además, de que es una conducta sensata, progresista y válida. Se basa en la sabiduría y experiencia acumulada de muchos siglos. Los modernos salvadores, creadores del “Hombre nuevo en un milenio nuevo” a imagen y medida de sus utopías, conducen a la juventud al precipicio de un relativismo sin capacidad de sacrificio. Esto no es progresar. ¡ES RETROCEDER!, arruinando vidas por el camino. El progreso verdadero se cimienta en la sabiduría heredada. Desde esta base hay que corregir errores pasados y avanzar tras la búsqueda de todo tipo de mejoras. De esta manera podremos gozar más intensamente de las maravillosas obras del Creador. Los laicistas, nuevos dioses del bienestar, culpan de nuestros males actuales al “obscurantismo religioso”, obviando que son el fruto natural del egoísmo perverso del hombre, y, en consecuencia, apostatan de las raíces. Juan M. de Prada en “Hombres sin tradición” expone magistralmente sus consecuencias: “Un presente desgajado del acervo cultural arroja a sus hijos a la intemperie y los recluye en las mazmorras donde les aguardan los tiranos disfrazados de mesías…La ruptura con la tradición se nos vende como una liberación…Cuando los vínculos con el depósito de sabiduría acumulada son destruidos, el intento de comprender el mundo se hace añicos…Se crea un mundo que quiere a sus hijos recluidos en la mazmorra de los pueblos robotizados sin tradición” …

Cada día me siento más seguro con mis raíces cristianas. Gracias a esta formación, basada en la verdad, la libertad y el amor, creo que la derecha española (¿cavernícola y crispadora?) se ha mantenido moderada ante el cúmulo de corrupciones, mentiras y contradicciones de nuestros actuales gobernantes. ¿Ha pensado alguien qué pasaría en España si es cúmulo de engaños y contrasentidos fueran obra de un gobierno conservador?... Esta sensatez y tolerancia no la vemos muchas veces en los comportamientos de la izquierda progresista… Es verdad que ya hay gente que va descubriendo la “meliflua mentira embriagadora”, constantemente vociferada por cierta prensa, de que “bien y cultura” es sinónimo de “la izquierda”, mientras que “mal y violencia” lo es de “la derecha”… Amemos nuestra cultura heredada. Consolidemos orgullosos nuestras raíces milenarias: FAMILIA, PUEBLO, LENGUA, RELIGIÓN, EDUCACIÓN. ¡El verdadero progreso! ¡¡El verdadero futuro!!

Juan Vanrell Nadal. Catedrático de Francés. Pte. de la Acadèmi de sa Llengo Baléà.

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Pero es el caso que Valencia no quiere ser otra cosa que Valencia. Su lengua, la valenciana, difiere lo bastante de la catalana para poder permitirse gramática y vocabulario propios
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