Per Obdulio Jovaní Puig
EN un debate en Canal 9, preguntados los locuaces circunstantes para que valoraran los dos años de gobierno «tonto y solemne» de Zapatero, algunos recordaron los efectos negativos de la derogación del trasvase del Ebro, confirmando así la sabia advertencia de nuestro adagio: «Tramuntana en l´Albufera, ni cacera ni peixquera». Otros recordaron que tal decisión trajo causa de la querencia rapaz -«eixe vol les peres i el sac»- del cohecho de Carod -esa gula del norte con mostacho- sobre Zapatero -esa risa netòl- que ya se sabe: «El Nostre Senyor, fa lo que Deu vol».
Nos niegan el pan y la sal y nos obsequian con hiel y vinagre. No extrañe, que allá donde se hundió El Carmel, no se chupan el dedo si no lo mojan con miel. Nos cierran el bocacaz del Ebro -ese río catalán que nace en tierras extrañas y desemboca en Amposta por un delta, como enseñan a su «canalla»- y nos abren «de gom a gom l´estellador» de su bulimia integrista. Acabo de «bajar« de la «web» de ERC su proyecto de «Constitució de l´Estat Lliure de Catalunya», que merece unos comentarios: «Las comarcas del País Valenciano tienen el derecho permanente a formar parte del Estat Lliure Associat de Catalunya». Tanta generosidad nos obliga a corresponderles con diezmos y primicias -que eso les mola cantiduvi- y a entonar «Els Segadors» en acción de gracias. Aunque los periféricos sabemos muy bien que «les vores, ni de coca». «Siendo la lengua catalana el eje vertebrador fundamental de la comunidad cultural catalana, se reconoce al Instituto de Estudios Catalanes la autoridad lingüística» -ay, «el llop sempre va a caçar llunt del lloc a on sol estar»- de lo que se deduce que a la Academia Valenciana de la Lengua o le espera un desguace filológico o su guarda entre els «ninots indultats» del Museo Fallero. «Para agregar otros territorios a Cataluña hace falta... que lo aprueben los habitantes de municipio interesado mediante referendum. Las propuestas sometidas a votación se considerarán aprobadas si los votos válidos emitidos favorables son superiores a los contrarios». O sea, si votan tres ciudadanos y dos de ellos son favorables, ¡el referendum es válido! «Cataluña dispone de Hacienda propia». No seamos suspicaces, aunque los catalanes sean fieles devotos de la Virgen del Puño, este apartado sólo tiene un fondo caligráfico. Porque, «el català, en la cullera en la ma, bona lletra fa».
Todo les está llevando a su fin último: la independencia, para la que vienen medrando, aquí y allá, desde hace muchos años, enseñando la Historia como arenga, la lengua como concupiscencia, la identidad como lujuria, la tierra como promisión, la comunidad como tribu, el «seny» como mostrador de comercio y el «cagané» como alegoría nacional. Con la goma para borrar unos hechos, con la hipérbole para magnificar otros, con maestricos costaleros, con profesores de sopa boba, con intelectuales de servilleta, con filólogos de causa propia, con redentores de su peripecia personal, con politiquillos afines unos, pusilánimes otros, y con pícaros, logreros, trepas, capigorrones a calzón bajado y pesebre colmatado, todo un cuatríbarro cortejo desfilando al paso de la oca.
El mayor problema que tendrán será el de su financiación. Porque cuando, reculando reculando, se «retroben» con sus orígenes, tendrán que invertir mucha pela en cercados, en garrotes de sota de bastos, en tam-tams y en taparrabos. Y volver al cava genérico, al orin de los dinosaurios -brut nature, por supuesto- en lugar del Freixenet. A los picapiedra, o sea.