Per Ricardo García Moya
Los documentos del Reino de Valencia, retenidos en Barcelona
(Articul publicat en "Las Provincias", el dia 9 de decembre de 1991)
Siempre me había inquietado una duda, ¿a qué se debía la presencia de abundante documentación valenciana en el Archivo de la Corona de Aragón en Barcelona? Eran, muchos de ellos, legajos de los siglos XVI y XVII, escritos la mayoría en castellano y algunos en valenciano, dirigidos al rey y autoridades que residían en Madrid y Valladolid; es decir, nada que ver con Cataluña ¿Por qué estaban allí? Este fondo documental -de incalculable valor- permanece retenido ilegalmente en Cataluña desde 1852; no existiendo base legal alguna para -si las autoridades valencianas lo reclaman- impedir su devolución. Los temas de los legajos son muy variados: conflictos bélicos, disputas entre virreyes y jurados de Valencia, problemas sanitarios, protocolo, etc. La historia de esta apropiación es la siguiente: en 1808, las tropas napoleónicas saquearon el archivo castellano de Simancas, siendo transportada a Francia gran parte de sus fondos; entre ellos, los valencianos.
Allí permanecieron hasta 1852, cuando en gesto de buena voluntad Francia permitió su devolución a España; no obstante, sin motivo justificado, los legajos valencianos -que jamás habían estado en Barcelona-, se quedaron en la ciudad condal. Puede que la causa estuviera en el deseo de Antonio de Bofarull -funcionario en el Archivo de la Corona de Aragón en 1852- de llevar a cabo el proyecto ideado por Xavier de Garma en el siglo XVIII, que pretendía "reunir" la documentación de Aragón, Valencia y Mallorca en Barcelona, y depositarla en el Archivo de la Corona de Aragón. Hay que aclarar que este rimbombante título es reciente e impropio, pues comenzó a usarse en el siglo XVIII, cuando ya no existía la Corona de Aragón; anteriormente era un archivo del rey, de igual categoría que los de Zaragoza y Valencia. Todo indica que el círculo barcelonés de Xavier de Garma pensó que legitimaría la retención de documentos pertenecientes a otras comunidades con el aparatoso título de Archivo de la Corona de Aragón. El maquiavelismo con que fue tramado el cambio de nombre queda de manifiesto en el sigilo guardado en los preparativos y el hecho de no consultar a valencianos, aragoneses y mallorquines; ocultando la operación hasta que fue consumada.
Ellos sabían que no era correcto, pues ni siquiera el Archivo de Simancas, donde se halla la documentación de la Corona de Castilla, adoptó título similar. Con menor derecho, por tanto, podría utilizarlo el de Barcelona en una confederación -la aragonesa- donde los estados eran soberanos, y sólo unidos por la monarquía común. Todo fue una operación de maquillaje y pensando en el futuro; todavía en 1802, cuando Carlos IV sintió curiosidad y quiso visitarlo, el ruborizado archivero tuvo que inventarse la infantil excusa "de haber perdido las llaves"; tal era el caos, suciedad y abandono del recinto.
El problema es grave y difícil de aceptar por las autoridades catalanas, pues no sólo tienen que devolver lo saqueado por Francia en 1808. Mucho antes, en 1419, un fuero de Alfonso el Magnánimo ordenaba que se depositaran en Valencia los documentos, o copias, que estaban esparcidos en otras ciudades de la Corona. Hay que aclarar que en los siglos XIII y XIV, la documentación valenciana fue llevada a Zaragoza y Barcelona para su seguridad, pues el Reino de Valencia fue escenario de constantes luchas con musulmanes y castellanos. Ya en el siglo XV, el rey consideró segura la conservación de documentos en nuestro territorio.
La orden del Magnánimo no fue cumplida, quizá por la larga ausencia del rey, inmerso en la conquista de Nápoles. Así que en el siglo XVI, nuestros antepasados insistieron en la misma petición, concediéndoles Carlos I en las Cortes de Monzón de 1542 que: "todos los registros y actas que son de la dicha Ciudad y Reyno de Valencia, los cuales están en los archivos de Zaragoza y Barcelona sean restituidos y puestos en el Archivo del palacio Real de la dicha ciudad de Valencia". Poco después, en 1570, a ruegos de "su fiel y amado archivero de este Reyno de Valencia", Felipe II dio instrucciones a los archiveros de Aragón y Cataluña, ordenándoles entregar la documentación tocante "al Reyno de Valencia, para que la reciba y traiga al Archivo desde dicho Reyno". Los aragoneses acataron la orden y, el 28 de enero de 1571, Felipe II mandó abonar al "archivero del Reino de Valencia, Francisco Juan Maiques", los gastos ocasionados por trasladar a Valencia los registros, libros y escrituras conservados en Zaragoza. Sin embargo, como era habitual, la orden no fue obedecida por los catalanes.
Incluso en el siglo pasado, en 1863, el director del Archivo del Reino de Valencia denunciaba que los catalanes deberían "dar cumplimiento a las tan infructuosas o ineficaces como repetidas órdenes de los monarcas en este asunto". El silencio fue la respuesta a esta última y legítima demanda. Quizá ahora, las autoridades valencianas sepan reclamar el legado de nuestros antepasados, que continúa secuestrado en Barcelona.
Los documentos perdidos del Reino de Valencia
(Articul publicat en Las Provincias, 24 d´abril de 1995)
No entiendo lo que ocurre. La Generalidad de Lerma está dispuesta a todo para recuperar de Salamanca unos documentos de hace cuatro días, históricamente hablando, pero es indiferente respecto a la retención en Barcelona de un fondo documental de incalculable valor.
Son legajos de los siglos XVI al XVIII, escritos en castellano y en valenciano, dirigidos al rey y autoridades que residían en Madrid y Valencia; es decir, nada que ver con Cataluña. ¿Por qué razón están allí? Porque fueron robados a sus legítimos dueños, así de sencillo. EI fondo permanece secuestrado en Barcelona desde 1852 y no existe base legal para impedir su devolución si las autoridades del PSOE, en gesto heroico, rompieran el vasallaje a Pujol y se animaran a reclamarlo.
¡Qué diferencia con la actitud de los salmantinos! Salamanca está en pie de guerra defendiendo el único archivo nacional que posee. EI edificio -cuando lo visité el 23 de marzo- se hallaba custodiado por policía municipal, pistola al cinto. EI pueblo, consciente, vigilaba las caIles de Tentenecio (sic) y de San Vicente Ferrer, lugares por donde podían atacar los mossos d´esquadra. Pero, dejando ironías fáciles, el tema es serio.
La historia de cómo Ilegaron a Barcelona estos documentos es la siguiente: en 1809, las tropas de Napoleón saquearon el archivo de Simancas, siendo transportados a Francia parte de sus fondos; entre ellos, los valencianos. Quinientas galeras (similares a las carretas del Oeste) recorrieron el camino hacia Irún con los papeles pertenecientes a la Secretaría del Reino de Valencia. Los documentos abarcan desde mensajes del duque de Feria (no el amigo de las niñas, sino su antepasado virrey de Valencia) avisando del peligro turco al Consell de Alicante, o los memoriales de Valencia a Felipe II, recordando que "el marqués de Denia podría traducir al rey los escritos en lengua valenciana".
En Francia permanecieron hasta 1852, cuando permitieron su devolución. En el regreso, sin causa justificada, los legajos valencianos se quedaron en la ciudad condal. Los Bofarull -que controlaban el Archivo de la Corona de Aragón en 1852 deseaban Ilevar a cabo el proyecto ideado por Xavier de Garma en el siglo XVIII, que pretendía "reunir" documentación de Aragón, Valencia y Mallorca en Barcelona. Hay que aclarar que este rimbombante título era impropio, pues comenzó a usarse a fines del siglo XVIII, cuando ya no existía la Corona de Aragón; anteriormente era un archivo del rey, igual que los de Zaragoza y Valencia. Todo indica que el círculo barcelonés de Xavier de Garma pensó legitimar la retención de documentos pertenecientes a otros territorios con el aparatoso título de Archivo de la Corona de Aragón. Fue una operación maquiavélica e innoble.
EI problema es complejo, pues no sólo deben devolver lo saqueado por Francia en 1809. Existe documentación anterior depositada en tiempo de guerra, y que debía ser devuelta, si hubieran obedecido las órdenes reales. Con decir que en 1863 el archivero del Reino de Valencia, asqueado, denunciaba que los catalanes "deberían dar cumplimiento a las tan infructuosas como repetidas órdenes de los monarcas en este asunto".
Ni un sólo documento valenciano de los robados en Simancas iba dirigido a Barcelona. Remitentes y destinatarios eran del Reino de Valencia, Madrid y Valladolid (cuando la Corte, con Cervantes tras ella, residía en la ciudad del Pisuerga). Los papeles permanecían en el Consejo de Aragón o en la Corte durante el periodo que duraba el proceso, o cuando interesaba a la autoridad competente. Después, por orden real, se devolvían al Reino de Valencia.
EI intercambio fue interrumpido a mediados del siglo XVII, cuando la guerra con Francia, y nunca se restableció; pero hay constancia de todo. EI verano pasado localizamos la instancia del 1641 empleada para recoger en Madrid la documentación: "EI Archivero del Reyno de Valencia, que está en la Corte, pide que se le dé orden para recoger TODOS los procesos de aquel Reyno, conforme está mandado" (A.C.A., leg. 882). Este escrito, substraído por Francia, también se entregó ilegalmente a Barcelona.
Por cierto, el señor Ardanza y sus gudaris podían reclamar también la documentación vasca que, "inocentemente", se quedaron los catalanes después del saqueo francés de Simancas. Allí están temas tan interesantes como los de la guerra de Guipúzcoa en el siglo XVII, o las "andanzas del virrey Anaya veedor del Ejército de Cantabria" con "papeles de la campaña de Echeberrí en el norte de Navarra".
¿No interesará -pregunto a HB o PNV la "acción del Tercio de Irlandeses sobre la ciudad de Vitoria" o las vicisitudes de "Martín de Gorriti, veedor general de estas provincias de Cantabria, con papeles de la Armada del Mar Océano"? Pues lo tienen todo en Barcelona, en el legajo 1.377 del ACA; pero seguro que las autoridades vascas mirarán a otra parte. Atacar a Salamanca queda "progre" y es electoralmente rentable; algo muy distinto a enfrentarse a los aliados del eje PSOE y CiU.
Volviendo a lo nuestro. Los catalanes no pueden aportar ninguna orden real que legalice la presencia de esta documentación valenciana en el mal Ilamado Archivo de la Corona de Aragón. Y qué vergüenza sentí cuando Lerma, en el año 1993, fue a Barcelona para inaugurar el nuevo edificio del Archivo de la Corona de Aragón. De su boquita de piñón no salió una sola frase reivindicando el legado valenciano; y ahora, con los pobres salmantinos, se transforma en fiero león. Esas valentías, señor Lerma, con los catalanes. Aunque ya sabemos que ante el poder catalán se transforma en un querubín hierático e inocentón.