Per Joan Ignaci Culla
Estos días discutíamos con unos gestores culturales en Mallorca que la diferencia en la catalanización de les Illes Balears con respecto a la Comunidad Valenciana radica en que ellos, gracias al famoso José Francisco Conrado, otrora empleado de La Caixa, pero, en el momento de la redacción del Estatut mallorquín, conseller del Cultura del gobierno de Cañellas, impuso en la redacción del Estatut mallorquín –después de su retiro espiritual en Menorca– el catalán como lengua propia de las Baleares en lugar de la autóctona: el mallorquín.
En contraprestación a los conocimientos científicos-filológicos de este banquero, pronto pasó, lógicamente, por méritos propios, a desempeñar el cargo de delegado general para todas Baleares de la entidad catalana, primero, para rápidamente ascender a la secretaría general a nivel nacional y ahora desempeñar el cargo de presidente de la Fundación La Caixa. ¿Quién decía que la lengua no vende?
En un plumazo convirtió la lengua secular de Ramón Llull a reducto de los payeses y, a la foránea catalana, en la culta para las nuevas generaciones, dentro del obligatorio plan de enseñanza mallorquín, con el silencio casi mayoritario del pueblo –algo parecido a lo que pasa actualmente en la Comunidad Valenciana–.
Ahora, no sé si por emular a su paisano de cara a un futuro, o por convicción propia, el presidente del Parlament mallorquín y alcalde de Inca, Pere Rotger, pretende imponer que el Parlament use el dominio catalanista .cat en su página web, como ya ha hecho en su Ayuntamiento, en los que los populares, por cierto, gobiernan con mayoría absoluta. ¿A qué me suena a mí esto? Empleo de mayorías a merced del catalanismo… ¿Quizás por la AVL?
Su obcecación en ser más catalanista que nadie le lleva a rechazar el informe del Círculo Balear, en el que le explica que el .cat ha sido promovido por varios grupos catalanistas, entre ellos el portal de Internet Racó Català. Estos cibernáuticos no ocultan su apoyo a las posiciones de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y en su espacio, invitan a visitar una página web sobre la organización terrorista Terra Lliure, bajo el lema: “Por unos Països Catalans reunificados, independientes y socialista”.
Estos precursores del .cat debaten en un foro las siguientes preguntas: ¿Quiénes son los peores enemigos de los Països Catalans? Las opciones en la votación son: los traidores, el Estado Español, los castellanoparlantes, el pueblo de España, los pijoguays o los virus y bacterias.
Estos amigos del popular Rotger también ofrecen una agenda cultural, donde informan de los actos culturales de los Jarrais de Maulets y de la Coordinadora de Estudiantes de los Països Catalans (CEPC), e incluye las noticias referidas a España en la sección de “internacional”. Otras organizaciones que impulsan este dominio que el PP quiere implantar en todos los ayuntamientos de Baleares son el portal Vilaweb, en el que en sus páginas va en contra del mismo PP, para mayor sonrojo del Sr. Rotger, aunque, sinceramente, no creo que le importe; el Omnium Cultural, el cual recibió el año pasado una subvención de 548.000 euros, para realizar la lista negra de productos y comercios que no rotulan en catalán, con manual del delator incluido; la Obra Cultural Balear (OCB) y, cómo no, Acció Cultural del País Valencià del vividor de las subvenciones catalanistas, Eliseu Climent.
Y es que yo no sé lo que les pasa a los señores del PP, en Baleares y en la Comunidad Valenciana, en materia cultural. ¿Por qué presumen de defender su tierra, si luego relegan todas las materias lingüístico-culturales a los que no creen en ella: los catalanistas?
Si en Baleares comprobamos cómo cada día van dando un paso más hacia el catalanismo acérrimo, ¿qué nos pasará a los valencianos, cuando se asiente la AVL, entidad que no cree en la lengua valenciana y que lucha para sustituirla por el catalán? ¿Cómo el PP legitima no sólo a los que van en contra de su idioma, sino de la propia ideología del partido en el que sustenta la mayoría absoluta? ¿De qué nos sirve que en nuestro Estatuto figure la palabra Idioma, referido a la lengua propia de los valencianos, si los planes de enseñanza se hacen en catalán? ¿A qué se debe ese entreguismo y complejo cultural del PP?
¿Qué pasará cuando algún iluminado de la AVL recomiende que las instituciones valencianas adopten el .cat, como ya lo han hecho dos ayuntamientos valencianos? ¿Por qué no se pasa de la política de gestos en la defensa de la personalidad valenciana –Estatut–, a la de hechos, si realmente importa? ¿O es que piensan, como sus compañeros de Mallorca, que el futuro de los valencianos pasa por el .cat, como primer paso –cultural–, para terminar en el dominio de dos letras reservadas a los estados independientes y que tanto anhelan los que mensualmente cobran su nómina a cargo de todos los valencianos, como es el “.ct”. ¿Cuándo piensa la Generalitat solicitar el dominio .val para salvaguardar nuestra cultura genuina valenciana?