Per Joan Ignaci Culla
El Tribunal Supremo acaba de publicar una sentencia en la que afirma que el catalán y el valenciano son la misma lengua, en una resolución que anula la orden de la Conselleria de Cultura y Educación de la Generalitat Valenciana de 1995 que derogaba la equiparación de los certificados de conocimiento de valenciano de la Junta Qualificadora de la Comunitat con los certificados de conocimiento de catalán de los organismos catalán y balear.
El Tribunal Supremo modifica el criterio establecido en una sentencia del 20 de noviembre de 1992, en el que, en el plano jurídico, la lengua valenciana era el valenciano, según disponía el Estatuto de nuestra comunidad autónoma de 1982.
Ahora, el problema no es la victoria que ha supuesto esta resolución para los que habían presentado la demanda (Acció Cultural del País Valencià y el Sindicato de Trabajadores del País Valencià), sino cómo se ha producido y en qué se ha basado el TS para resolverla.
En el apartado séptimo de los Fundamentos de Derecho indica literalmente: “Es especialmente significativo el acuerdo de la Academia Valenciana de la Lengua de 9 de febrero de 2005, por el que se aprueba el dictamen sobre los principios y criterios para la defensa de la denominación y la entidad del valenciano. En este dictamen se afirma que la lengua propia e histórica de los valencianos, desde el punto de vista de la filología, es también la que comparten las Comunidades Autónomas de Cataluña y de las Islas Baleares”, y concluye, en ese mismo párrafo, haciendo referencia a otra parte del Dictamen de la AVL donde se afirma que “es un hecho que en España hay dos denominaciones igualmente legales para designar esta lengua: la de valenciano y la de catalán”.
Y para mayor sonrojo de los valencianos, comprobamos en la misma sentencia que los que nos tenían que defender (nuestro Gobierno), son los que nos traicionan, según se desprende en el texto: “La línea argumental seguida por la Generalitat Valenciana en su escrito de oposición a la casación viene a reconocer lo anterior, desde el momento en que pone el acento de su oposición en que el valenciano es una variedad de la lengua catalana y en que es el dato de esa variedad el que justifica la dualidad de certificaciones administrativas que preconiza y la aquí polémica supresión de convalidaciones”.
Es decir, que el TS se apoya en el dictamen elaborado por una supuesta institución creada para la defensa de la lengua valenciana (la AVL), pero que realizó el famoso Dictamen del 9 de febrero de 2005 a favor de la unidad lingüística. Y la Generalitat Valenciana en el Supremo reconoce que el valenciano deriva del catalán, o lo que es lo mismo, que el idioma valenciano no existe como tal y se trata de un dialecto del catalán.
Sinceramente no sé a qué juega nuestro Gobierno valenciano. ¿A qué viene ahora el conseller Font de Mora diciendo que la Generalitat estudiará a través de sus servicios jurídicos “todos los recursos que sean posibles’’? ¿A qué viene ese cinismo cuando intentan dar la imagen de que realmente luchan por la singularidad de la lengua valenciana, si cuando tienen que defenderla (seguramente no pensaban que se haría pública la sentencia), los que tienen la facultad y la obligación de hacerlo, sostienen frente al Tribunal que “el valenciano es una variedad del catalán”?
Si realmente les importase, no habrían constituido la mercantil AVL, precisamente, con el propósito fundamental y exclusivo de amortajar a nuestra lengua, contando como tienen con mayoría absoluta; si realmente les importase, no estaría compuesta por una mayoría de miembros catalanista; si verdaderamente les importase, jamás hubiesen permitido un dictamen como el que elaboraron, que condenaba a nuestra lengua a favor del catalán; si realmente les importase, hubiesen puesto todos los mecanismos necesarios para que, por primera vez, un tribunal no reconociese que el catalán y el valenciano son la misma lengua, en vez de someterse a los catalanistas.
Están demostrando que la inclusión de la palabra idioma en el nuevo Estatut sólo era una fachada, simplemente, porque jamás han creído en la lengua valenciana. Los catalanes sí que han conseguido que en el suyo figure la palabra nación , para reivindicar cualquier cosa, incluso hasta lo más anecdótico, como el presentarse a Miss Mundo en representación de Cataluña.
Aquí, en el nuestro, la palabra idioma sólo es un brindis al sol que les permite manipular una vez más el sentimiento del pueblo valenciano. Si no fuese así, se haría un uso legal del término y no nos obligarían a presenciar esta farsa, como la ocurrida en el TS, gracias a nuestro Gobierno. Al final la AVL, como ya habíamos denunciado tantas veces, ha contribuido a hacer realidad la ‘‘crónica de una muerte anunciada’’ (con inestimable colaboración del PP y PSOE) de nuestra lengua valenciana. ¿No será que los valencianos tenemos lo que nos merecemos?