Constantí Llombart: el iniciador y fundador

Per Federico Martínez Roda

Constantí Llombart pretendía atraer al valencianismo a amplios sectores populares de la sociedad, pero no tuvo éxito. Y no lo tuvo, tal vez por las propias expectativas de la sociedad valenciana, pero tal vez también por la actitud corrosiva del blasquismo, especialmente cuando el llorentinismo estaba en su apogeo. Y ello a pesar de que Vicente Blasco Ibáñez joven, había sido un admirador de Llombart.

Carmel Navarro Llombart, que era el verdadero hombre de nuestro “clásico de hoy”, nació en la ciudad de Valencia en 1848, y murió relativamente joven, incluso para la época. A los 47 años era enterrado en el cementerio civil de su ciudad natal, se celebró una ceremonia laica en la que la bandera republicana se colocó sobre su ataúd.

Llombart, desde su autodidactismo, comenzó joven a escribir, antes de los 20 años escribió obras breves en castellano, tanto poesía como teatro. Al alcanzar dicha edad, en 1868, participó activamente en la septembrina que, según sus propias palabras supuso “la revelación de un mundo desconocido”.

Durante el sexenio revolucionario (1868-1874) Constantí Llombart se prodigó como escritor y publicista en periódicos republicanos como El diablo cojuelo, La propaganda republicana y La ilustración republicana federal. En cuanto a libros de poemas, en estos años escribió Cantos republicanos y unas fábulas bajo el nombre de Flores y Perlas.

‘Trece días de sitio’
 
En 1873 nos dejó una versión personal sobre el cantonalismo en la ciudad de Valencia, a la que tituló Trece días de sitio. Su pensamiento político republicano lo plasmó en sus obras Justicia contra justicia, La esclavitud de los blancos y Lo darrer agermanat. Pero este pensamiento político no fue óbice para que la revista que fundó y dirigió desde 1875: El calendari llemosí. Lo Rat Penat, se convirtiera en el germen de la sociedad que aglutinó tanto a la derecha y a la izquierda de la época en un mismo objetivo.

En cierto modo, existe un paralelismo entre su publicación y otras coetáneas también literarias, muy similares como eran El Calendari catalá, de Pelai Briz o L’Armanà Provençau. En cualquier caso, lo que está fuera de cualquier duda es que El Calendari llemosí  fue el germen de la futura sociedad Lo Rat Penat que aglutinó a los escritores valencianistas en torno a esta publicación que fue alcanzando mayor altura hasta que los poetas “cultos” aceptaron la aproximación que se les ofrecía. Su publicación, al final de cada año, continuó realizándose incluso después de la fundación de Lo Rat Penat en 1878 y fue dirigida por el propio Llombart hasta 1880 en que hubo un cambio de dirección, que fue asumida por Josep Mª Puig Torralva, amigo íntimo de Llombart. Así comenzaba el cambio de dirección, con esta carta reproducida en el Calendari de 1881, que explica la petición de Puig Torralva y el asentimiento de Llombart:

“Sr. En Constantí Llombart:

Mon estimat amich: Noticiós de que V. dins poch tindrá que abandonar, ab greu sentiment nostre, á Valencia, y pensant que per esta rahó Lo Rat Penat, una de les publicacions que mes han contribuit al renaixement de nostra lliteratura en esta ciutat, haurá de desapareixer; li dirig la present á fí de que, si inconvenient no té, m’autorice pera portarla enguany á efecte com desige.

Esperant sa contestació, se repetix de V. com sempre afectissim amich y S.S.

Valencia 1 de Setembre de 1880”

La creación de la revista Lo Rat Penat el mismo año de la Restauración monárquica de Alfonso XIII de Borbón no suponía una renuncia de sus ideales, pero sí una cura de realismo. En estos años dirigió los semanarios satíricos El pare Mulet y El bou solt pero lo que le convirtió en un referente indiscutible fue la publicación de Los fills de la morta-viva, obra que recogía la vida y la obra de los principales escritores en lengua valenciana (a la que él y sus amigos llamaban afectuosamente la “morta-viva”).

Guía urbana
 
Ya en los años ochenta publicó una guía urbana del “cap y casal” a la que tituló: Valencia antigua y moderna. Además, realizó la tercera edición del Diccionario valenciano-castellano de Josep Escrig Martínez.

En estos años de consolidación de la sociedad por él creada en 1878, Lo Rat Penat, agrupó en torno suyo a un grupo de jóvenes que se alinearon políticamente en el republicanismo entre los que se encontraban Vicente Blasco Ibáñez y Rafael Altamira Crevea. No obstante, serían los poetas “d’espardenya” como Andrés Cabrelles, Luis Cebrián Mezquita los que siempre le arroparon y le apoyaron en muchos de los momentos en que tuvo dificultades personales por su alcoholismo.

En los VII Jocs Florals de la Ciutat i Regne de Valencia obtuvo la Flor Natural pero no pudo recoger el premio por la indisposición que le producía su enfermedad. El poema premiado reúne el pensamiento valencianista de Llombart que, aunque tardío, se puede calificar de romántico: a partir de un romance en el que se relata la celebración popular de la fiesta de Sant Donis, se enlaza con la tradición del premio histórico que otorgaba ese día la ciudad de Valencia a los ballesteros del Centenar de la Ploma. Consistía en una copa de plata con la que era distinguido el ballestero que ganaba en el tiro al blanco. Todo ello en tono de exaltación del pasado y del paisaje.

En cualquier caso, en un momento en que las ideologías políticas estaban mucho más enfrentadas que ahora, el legado de Llombart consiste en que luchó siempre para que en el valencianismo no hubiera “uns y atres”, sino que todos fueran juntos por “amor a las glorias valencianas”.

cites

Nadie podrá asegurar que el valenciano y el mallorquín sean dialectos del catalán en el verdadero sentido de la palabra. Los tres se han desarrollado con absoluta simultaneidad de tiempo y divergencias léxicas, sin influirse mutuamente
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