Per Baltasar Bueno
El año que vence esta noche pasará a la Historia General de Valencia como el de la muerte y sepultura oficial de la Lengua Valenciana, cuyo estado comatoso provocó la creación de la Academia Valenciana de la Lengua, a impulsos de Eduardo Zaplana, que la donó en bandeja a Jordi Pujol, cuando el Gobierno de Madrid, del PP, le necesitaba para controlar el poder central. Fuimos moneda de cambio.
Zaplana constituyó la Academia Valenciana de la Lengua (no la Academia de la Lengua Valenciana), a pesar de existir una Real Academia de Cultura Valenciana, con una rica y prolífica vida, ya casi centenaria, con nocturnidad, premeditación y alevosía, firmando un pacto con Jordi Pujol y en Reus. El ex presidente catalán le impuso además que la mayoría de los miembros de la AVL fueran catalanistas, anexionistas, unionistas, o como se les llame. Los pocos valencianistas que permitió Jordi Pujol que colocaran eran ya octo-nonagenarios y fallecieron al poco tiempo. El resto, como suele ocurrir, a la primera soldada de cambio juraron los principios fundamentales del movimiento catalanista. Hay uno de ellos que en la época de Franco juró todo lo que había que jurar y sigue haciendo lo mismo en la new age. El último al que han premiado, del sector de felpudos pancas que se prestan a maquillar de colorcete progre al PP, lo de jurar a distintos gobiernos le viene en los genes.
Como la reelección de los nuevos académicos tiene que ser por cooptación, al ser mayoría los catalanistas, los académicos que se vaya eligiendo en el futuro serán necesariamente catalanistas. Podría decirse de verdad que Jordi Pujol, cual nuevo Franco, lo dejó todo atado y bien atado. El otro día apareció por Valencia a ver cómo iban las cosas.
Pero la bajada total de pantalones del PP ha sido este año en que ha conseguido (¿un logro del que alegrarse?) meter la Academia Valenciana de la Lengua en el Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana, en contra de cualquier tradición constitucionalista o estatutaria. No hay ninguna Academia de la Lengua del mundo que esté metida en la Carta Magna y mucho menos elevada a rango de Institución del Estado, con capacidad de obligar por narices, perseguir y sancionar a quienes no hablen o escriban como a ellos les venga en gana, que no es otra gana que la del Institut d´Estudis Catalans.
Si en el balance de fin de año del Partido Popular esta noche aparece el haber consagrado estatutariamente la AVL, como algo muy positivo para la sociedad valenciana, será deplorable y vergonzoso. Yo, más que brindar, me pondría de funeral.