Per Federico Ferrando Roda
Los ataques del Gobierno socialista a la Iglesia Católica ha hecho que, a veces, se nos pase por alto la campaña imperialista catalana y catalanista contra el Reino de Valencia. Todo empieza con el agua. Del Ebro, ni una gota (como decía Maragall), y como Esquerra Republicana de Catalunya mandaba. Ni una gota, ni un duro para la Copa América, rescindir los caudales de los trasvases existentes (Tajo-Segura, Júcar-Vinalopó). ¿Todo ello a qué viene?.
Es bien sencillo. Porque el Reino de Valencia defiende su ser, sus instituciones, sus fueros, su historia, su literatura, su pintura. Se defiende a sí misma de los ataques imperialistas que todo nacionalismo conlleva. El pecado es no haber querido entrar en la Eurorregión de Maragall y Carod, o sea, no admitir los Países Catalanes bajo otra denominación, ni querer cederles nuestra cultura, lengua, historia, economía, nuestro Siglo de Oro, etc.
Claro está que sin nuestra colaboración la nación catalana se queda coja en argumentos para entrar en Europa con base consistente y de roca. Si el Reino de Valencia no se incorpora a las pretensiones catalanas, su fundamento es de barro.
Ellos necesitan a Ausías March, que Cervantes alabe el catalán en El Quijote y no el valenciano como así lo hizo, necesitan a Sor Isabel de Villena, necesitan a Ramón Llull, a Luis Vives, a San Vicente Ferrer, San Luis Bertran, San Juan de Ribera; necesitan que los Papas de la Iglesia, los Borja, fuesen catalanes, necesitan a Juan de Juanes, a Macip, los Osona, Benlliure, Capuz, Sorolla, Pinazo, Navarro, a los Vergara, Vicente López, pintor Maella, a Nicolau Primitiu, Xavier Casp y tantas otras glorias que hacen que, junto con las suyas, se completen todos los ciclos de la Historia Moderna para que se den las bases necesarias de la Nación Catalana, de los Países Catalanes, de la Eurorregión.
Por todo ello, no debe llamarnos la atención que recorten todos nuestros presupuestos para inversiones de infraestructuras en el Reino de Valencia, están castigando nuestra rebeldía y nuestro secesionismo lingüístico el cual no perdonan. Están boicoteando el nombre del valenciano en las Cortes Españolas, en Europa. No quieren más que exista el catalán, a pesar de que el Imperio de la Ley y el Estado de Derecho que pregonan tienen al Valenciano incluido en el liberal Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana.
La culpa también es nuestra, ya que la imposición constitucional en la elaboración de los Estatutos de Autonomía cortó las alas al verdadero desarrollo de las libertades de nuestro Reino de Valencia. El Círculo Cultural Aparisi y Guijarro, con su Presidente al frente, D. Eduardo Chuliá Vicent, y con un elenco de expertos como eran D. Salvador Ferrando Cabedo, D.Pascual Agramunt Matutano, el Notario D. Daniel Beunza, etc. elaboraron un Estatuto Foral para el Reino de Valencia que fue presentado en el Ente Preautonómico Valenciano al socialista D. José Luis Albiñana y que, evidentemente, cayó en el cajón de los despojos.
Se accedió al Estatuto por el artículo 143 de la Constitución y no por el 151 que posibilitaba una mayor rapidez en la consecución de las libertades propugnadas. Ahora, nos dejaron las alas cortadas para la creación del Derecho Civil valenciano, para recuperar la representación social en las cortes valencianas como tenían los fueros, y, en definitiva, nos dejaron las alas cortadas al no poder conseguir núnca, gracias a la constitución del 78, tener un sistema jurídico foral cuyas libertades son mucho mayores de las que preconizan los planes de Ibarretxe y Carod.