Almansa y els valencianets panolis

Per María Teresa Puerto Ferre

Algún día el pueblo valenciano despertará de su anestesiado sueño y se dará cuenta, con horror, de que sus codiciosos enemigos se han adueñado del seu casal i Regne y le han robado hasta la memoria histórica. Para entonces, ya será demasiado tarde: largos siglos de mansedumbre consentida y de indiferencia pasota le han dejado desarmado.

Cada 25 de abril, el caudillín-sátrapa de tan coloniales anestesias y ensoñaciones nos fleta desde la Cataluña feudal a sus huestes inflamadas de nazi_onalcatalanismo caduco y monta “trobadas” callejeras con obscenidad chulesca. Alguns valencianets panolis (entrenados para la kultureta-Ubú) se enganchan al carro y aplauden la gesta hasta con las orejas: es la triste celebración de una batalla perdida: la de los campos de Almansa en la que los valencianos embaucados por los intereses espurios de otros, se vieron enrolados, estúpidamente, en un conflicto internacional que derivó en catástrofe para el Reino de Valencia. ¿Qué pintaban los panolis valencianos en medio de dos potencias internacionales que se peleaban aquí por sus sucios intereses? ¿Qué interesada mano negra determinó que tan infausta batalla se librase en Almansa?

El 7 de noviembre de 1705 los catalanes, partidarios abiertos del archiduque Carlos, proclamaron al austríaco archiduque “Rey de España” en Barcelona, haciendo su juramento en la Cortes de Cataluña. Siendo los catalanes encendidos defensores de la vuelta del Antiguo Régimen feudal, arrastraron para la causa al inocentón pueblo valenciano, a quien fue fácil embaucar con la atractiva promesa de que les devolvería los fueros y les perdonaría los impuestos. Cosa más que dudosa.

Si el protagonismo del archiduque Carlos en el Reino de Valencia desde el 30 de septiembre de 1707, hubiera ocurrido en los campos de batalla barceloneses... (por ser ellos tan ardientes defensores del archiduque de Austria y si no nos hubieran embarcado en su apoyo con promesas irrealizables), el Reino de Valencia no habría sido, sin duda, el injusto sufridor de las mayores calamidades derivadas de tan internacional contienda. Valencia fue la gran perdedora. Cataluña fue la gran beneficiada.

De acuerdo con la historia que corre, por el “Decreto de nueva Planta” (1716) del Borbón Felipe V, “Valencia y Cataluña perdieron su personalidad y su lengua fue prohibida’’ pero el pago de la deuda fue desigual para ambas. El historiador catalán Jaume Vicens i Vives en su conocido libro Aproximación a la Historia de España dice: “Un Decreto de Nueva Planta echó por la borda del pasado el anquilosado régimen de privilegios y fueros de los CONDES FEUDALES. Y este desescombro benefició insospechadamente a Cataluña porque le brindó las mismas posibilidades que a Castilla en el seno de la monarquía común”...

Vicen i Vives nos dice que no existe en ningún artículo de dicho Decreto la prohibición del uso de los dialectos catalanes. Lo único que se dice en el Decreto es que las SENTENCIAS JUDICIALES deberían de escribirse en castellano, pero... porque hasta ese momento se habían escrito en LATÍN y porque , al igual que pasó en Inglaterra, Alemania, y Francia en ese momento, se proclamaron obligatorias las respectivas LENGUAS NACIONALES para la sentencias judiciales. Los dialectos catalanes se siguieron usando totalmente. Y la lengua valenciana también aunque, evidentemente, fue relegada de su uso oficial.

–El mismísimo catedrático catalán Emili Giralt dice en su manual de historia: ‘‘la Barcelona conquistada (`por Felipe V) era una ciudad típicamente medieval y sería dificil de encontrar un ejemplo tan patético de inmovilismo”... Cataluña se recuperó pues al poco del Decreto de Nueva Planta pasaron por Barcelona 25.000 hombres camino de la conquista de Sicilia y Cerdeña y esto hizo que se reanimara el comercio, la artesanía de confección y calzado, así como la fabricación de barcos.

–En 1918, Felipe V, para proteger la industria catalana, prohibió la importación de tejidos de Asia y China y empezó entonces el aumento demográfico de Cataluña que pasó de 350.000 habitantes en 1708 a 817.000 habitantes en 1787. Entre 1745 y 1770 y gracias al comercio ultramarino el puerto de Barcelona alcanzó la primacía en España: no sólo se exportaban tejidos y calzados, sino también el vidrio de Mataró y el papel de Olot. Y fue a Felipe V a quien Cataluña le debe el incremento del cultivo de la viña, la exportación de vinos a América y el crecimiento de las cepas en el Ampurdán y el Penedés ¡que dieron lugar al actual cava!

El historiador Marcelo Capdeferro dice en su libro Otra Historia de Cataluña (pág 371) :”Gracias a la paz y al orden y a la laboriosidad de todo un pueblo; y gracias también a la desaparición de unas instituciones anacrónicas y oligárquicas, en menos de medio siglo, se operó un desarrollo impresionante en Cataluña en todos los órdenes’’. Y lo mismo opinan, además de Vicens i Vives y Emilio Giralt otros historiadores como Henry Kamen, Antonio Pons, André Laborde y el profesor Tamames.

–El problema real lo tuvo Valencia, quien, real pagana de todos los males, fue la más marginada y la que más perdió pues fue en esa fecha (1745) cuando el puerto de Valencia y su economía empezaron un espectacular declive que se ha prolongado durante lustros.

El mal económico y financiero no le vino a Valencia sólo desde Castilla como los manifesteros fletados desde el Contat al Regne, cada 25 de abril, pretenden intoxicarnos. El mal le vino a Valencia desde Barcelona, quien, como de costumbre, hizo lo indecible por sacar tajada de su situación.

cites

Hay unanimidad en los autores valencianos de los siglos XIV, XV y XVI en llamar valenciana a su lengua
Simó Santonja

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