La provincia de Castellón también ha dado importantes mujeres dedicadas a las artes escénicas. Herminia Gómez Serra, Carmen Tur Melchor y Dorotea Conesa Redó fueron tres mujeres que nacieron cuando el siglo XIX moría y comenzaba un nuevo siglo lleno de desconciertos. El siglo XIX decía adiós a la España colonialista y le daba la bienvenida a un siglo lleno de esperanzas en la vida, aunque a veces se diría todo lo contrario.
Se abría ante una sociedad española decimonónica y crepuscular, herida en su honor imperialista, la posibilidad de soñar con nuevos horizontes: volar, automoción, medios de comunicación, producción en masa, tecnología… Una nueva forma de vida que desplegaba todas sus posibilidades y que aún quedaba muy lejos de esos pueblos del interior de Castellón, donde los avances y la capacidad de soñar la llevaban los viajeros y los maestros de escuela. Era una vida en la que el tiempo se medía con el trabajo y la cantidad de viaje que se podía hacer a pie. Era un mundo duro pero lleno de posibilidades para emprendedores; esos antepasados nuestros que con sus alpargatas fueron y vinieron e hicieron algún negocio, poniendo mucho esfuerzo y mucha imaginación.
A principios de siglo el sesenta por cien de la población se dedicaba a la agricultura, era una sociedad sin preparación intelectual, ni técnica ni científica, además, los historiadores añaden que también era una sociedad falta de preparación moral. Esto lo dicen porque el "desastre" (como se llamó a la pérdida de las colonias de ultramar) fue un terrible golpe moral en la población. Aquel desastre del 98 no hundió el sistema político de la Restauración, pero sí lo hizo tambalearse. Nadie asumió sus culpabilidades y continuó la Constitución de 1876, el bipartidismo y la farsa electoral. Sin embargo, hubo una serie de políticos e intelectuales que se preguntaron el porqué de la desgracia y la derrota. Surgía una nueva idea y un nuevo impulso: la modernización de España de la mano del Regeneracionismo.
Eran los años en los que desplegaban un arte y una sensibilidad, comprometida con España, la generación del 98. ¡Qué grandes años para la cultura española!, el de una generación artística e intelectual que va a elevar nuestra cultura a unas cuotas muy elevadas, articulándose en torno al "problema de España". Machado, Unamuno, Pío Baroja, Azorín, Valle Inclán, Gaudí, Benlliure, Zuloaga, Sorolla, Romero de Torres, Isaac Albéniz o Enrique Granados cultivaron España en estos momentos.
En esta época turbulenta que se iniciaba con el siglo y que aún dará a los españoles algunos sobresaltos políticos, pero que, por otra parte, llevaba otras promesas de cambio más allá de la política, nació la primera de nuestras cantantes, Herminia Gómez Serra, era el 27 de marzo de 1891, en Almassora. Recibió sus primeras nociones de canto con el maestro de la banda de música de la localidad y, además, organista de la parroquia, don Federico Agut Manrique. En 1907 se traslada a Valencia para estudiar en el Conservatorio bajo la dirección de Lamberto Alonso, prestigioso tenor de Godella. En 1909 la Diputación Provincial le concede una pensión y toda la familia fijará su residencia en Valencia. En 1911 se traslada a Milán para perfeccionar su formación con el maestro y director de orquesta Antonio Rupnick. En agosto de 1911 canta Rigoletto en el teatro Civitanova con el tenor Humberto Macnez y consigue un sonado éxito. A partir de ahí recorre toda Italia: Pavia, Venecia, Ancona, Milán, Brescia, Messina, Caranzaro, Revere, Florencia. En junio de 1912 vuelve a Castellón con la obra El barbero de Sevilla, que la cantó en el Teatro de Verano. Al año siguiente inicia una gira por Portugal, en donde destacó con su interpretación de Lucia di Lammermoor, y a finales de ese año se le contrata por una temporada de seis meses en el Teatro Real de Malta. En 1914 embarca para Egipto y canta en Alejandría, Port-Said y el Cairo. El estallido de la Primera Guerra Mundial le impide su traslado a Rusia, que por lo visto, le habían ofrecido un contrato ventajosísimo. Su vida de cantante lírica la llevó por todo el mundo, se sabe que en 1915 estuvo en América. Tras una vida llena de éxitos profesionales murió el 15 de octubre de 1977 en Ventimiglia, una localidad costera de la Riviera.
Carmen Tur nació en Vall d´Uxo en 1900. Se formó en el Conservatorio de Valencia bajo el Magisterio de Lamberto Alonso, tal vez se cruzó con Herminia. En 1918 ganó el Premio Extraordinario de Fin de Carrera. En 1919 interpretó en Valencia La sonámbula. Contratada por la compañía de Federico Caballé y Amparo Saus, recorrió los principales teatros españoles. Carmen decidió abandonar su carrera prometedora al contraer matrimonio, su música se quedó en su hogar. Murió en Vall d´Uxo en 1943.
De otro registro fue la siguiente cantante, no en vano se la conoce como "La gatita blanca". En Vinaroz, el 18 de diciembre de 1892 nació Dorotea Conesa Redó, más conocida con el nombre artístico de María Conesa. Siendo aún una niña viaja con su familia a Barcelona y se sabe que a la temprana edad de 7 años debutó en la compañía "Aurora Infantil" y actuó en diversas ciudades de España. Años más tarde, en Barcelona, trabaja en "Eden Concert" y en el "Tívoli". En el año 1907 marcha con su padre a Cuba y después a México, donde fijarán su residencia.
Cuando llegó a México sus primeros éxitos fueron en los teatros Principal y Colón, como tiple cómica. Conquistó al público en el papel principal de la zarzuela La Gatita de Oro y en la de Jiménez y Vives La Gatita Blanca, nombre que le quedó como mote. Desde entonces gozó de gran popularidad.
Se convirtió en la diva de México, a María Conesa se le permitía lo que quisiera, ya que todos estaban enamorados de ella. Cuentan que un día le cortó el bigote a un general en pleno espectáculo.
Era María una cantante que dejaba encandilados a todos con su gracia y su talento para el baile desenfadado, por lo visto, tenía una gran capacidad de improvisación, sin duda había nacido para el espectáculo. Camerinos llenos de flores y regalos de sus admiradores. Caballeros devotos que día tras día esperaban recibir de ella una mirada y una sonrisa cuando, sobre el escenario, les deleitaba con sus cuplés y tonadillas, cuyas letras ruborizaban a las escasas mujeres que se atrevían a asistir a aquellos espectáculos. Fue una estrella en México y llegó a participar en alguna película allá. María ya no volvió a España.
Genio y figura, una de sus últimas apariciones fue en la televisión de los primeros 70, cantando, medio asmática, y levantando sus piernas a destiempo de cancán, sombra lastimosa de aquella ´Gatita Blanca´ que fue la María Conesa descocada cautivadora de galanes en el Teatro Colón de México.
El 11 de enero de 1976 se le hizo un homenaje. Murió el 4 de septiembre de 1978 rodeada de recuerdos de una vida pasada de gloria que parecía muy lejana. El mundo había cambiado mucho desde aquel amanecer del siglo XX.