Mi amigo Ripo regresaba hace unos días de Bélgica y observaba que “en el extranjero no se ve el desánimo y el derrotismo que por todas parte aflora en las caras de aquí. Nosotros hemos vivido otras épocas malas como ésta, recuerdo una poco antes de morir Franco.” “Pero entonces teníamos esperanza” le recordé. “Exacto, veíamos a lo lejos y cada vez más cerca el fin de la dictadura y la llegada de la democracia y la libertad. Ahora no vemos luz a lo lejos”.
La democracia aquí se ha convertido en un paripé donde los partidos tiranizan a los ciudadanos. Su líder es dueño absoluto del tesoro de confeccionar las listas cerradas para las elecciones, desde el número dos para Madrid –el primero de es lista siempre es él- al último concejal de un minipueblo. Y no hablemos de libertad. El que no es adicto al partido –con Franco le llamaban “desafecto al régimen”- su vida profesional, de negocios o laboral se le puede poner muy difícil. Sin embargo, el que les babea –con carnet, mejor- pronto verá colmadas sus esperanzas de futuro, con un buen enchufe o un puesto en la administración. En una ciudad andaluza, gobernada por el PSOE, 150 afiliados del partido han sido contratados por el Ayuntamiento y 42 han obtenido plaza de funcionario.
Usando una banda de mafiosos –Don Vito y cía- están rociando con el aerosol de la mierda corrupta al PP. Todo bien tramado y manejado por la banda subterránea del Ministerio del Interior. Más o menos el conocido GAL. Cuando vino Aznar estuvieron ocultos, callados, como si no existieran, pero con el 11-M reaparecieron. Por cierto ¿quién lo organizó, planeó y financió? No se sabe. Lo que se sabe es que desguazaron los trenes y los hicieron desaparecer. Uno de esos policías dice que tiró a la basura las pruebas encontradas en las vías y en los vagones despanzurrados. Esos chorizos chapuceros, tal vez las olvidaron en algún sótano y un día aparecerán. Dicen en Internet que el policía, ya condecorado, que dio el chivatazo del Bar Faisán a los etarras, era el encargado de investigar el caso. Pero dicen que no han encontrado al culpable, tras tres años de “investigaciones”. Así que el Fiscal pide archivar el caso para que la mierda sociata no se vea. Pero atufa. Todo muy del innoble estilo Rubalcaba, el físico prodigioso.
Correa y sus dos secuaces en prisión, por el caso Gurtel, recibieron la visita de quien tiene poder para ello y llegaron a un acuerdo que ha venido en llamarse “El Pacto de los Lobos”. A cambio de que la cárcel, en su día, no se alargue dejaron los presos que se grabaran sus conversaciones, incluso las mantenidas con sus abogados, en las que debían involucrar a muchos afiliados al PP y hacer ver que todos los casos, en su conjunto, constituían la supuesta financiación ilegal de este partido. Por eso lo que sale en la prensa solo son conversaciones entre mafiosos, sin aportar pruebas físicas. Para que la mierda que fabrica el PSOE no se evapore las conversaciones gravadas que constan en el sumario y muestran la inocencia de Camps, el Fiscal ha pedido que se excluyan. Mientras en todos los medios de comunicación se habla de las trama Gurtel, las Moncloa favorece a socios de Correa enriqueciéndolos, pero el Fiscal no se entera y no investiga. Este es el panorama que presenta hoy nuestra democracia.
Recuerdo al final de la dictadura aquel concierto de Lluis LLach en el Palau, que comenté en el segundo de la serie de artículos que he publicado en MEDITERRÁNEO. Escribía en 6 Octubre 2003, bajo el mismo título de la canción, La Estaca:
Lla gente levantando las manos, unidas las de unos con las de otros. Era a mediados de los 70, recorría por el país una gran esperanza. La multitud abarrotaba el Palau de Sant Jordi , Lluis Llach cantaba en directo “L’Estaca”. El público encendía pequeñas luces, mecheros, cerillas, que alumbraban todo el recinto, como un testimonio de su fe. “La Estaca” es una dulce y fuerte canción, que alude a la última dictadura y nos dice Si estirem tots, ella caura . Todos ponían un gran corazón, exhibían su capacidad de perdonar y el propósito de mirar adelante, solo hacía adelante. Tiraron de la estaca todos, la izquierda, la social democracia, la democracia cristiana, la gente del régimen se hizo limpiamente el harakiri en las Cortes y dieron paso, con generosidad y sin traumas, a una nueva época. Tarradellas volvió y tiró. El Rey Juan Carlos tiró. Todos tiraron de la estaca y trajeron la democracia: el peor de los sistemas de gobierno, excepto todos los demás. Tendrá muchos defectos, pero es el único que garantiza la libertad y los demás derechos fundamentales, porque cuando la democracia se viste con algún adjetivo: orgánica, popular, o cualquier otro, pierde su esencia y deja de ser democracia. Hace de aquello 25 años exactamente y parece que algunos olvidan lo difícil que fue elaborar una Constitución para defender la libertad. Tuvieron que tirar todos.
Además la cuestión económica es un desastre total, los parados aumentan cada día. El año que viene nos pronostica el propio Gobierno que habrá un millón y medio más. Al final de los planes zapateriles, todos cobraremos 420 euros al mes, como los del PER extremeño-andaluz y de la mano de los sindicatos , de los tres millones y medio de funcionarios y de los incontables sindicalistas y asesores de las autoridades, seremos esclavos del Presupuesto, es decir, del Gobierno socilista.
Algunos jóvenes han perdido la esperanza y al acabar sus estudios se marchan a trabajar en países donde si hay democracia y libertad. Y trabajo. Los de mediana edad están en el paro u horrorizados de acabar en él. Los mayores asustados por si llega un día que no les pagan la pensión. Y todo el mundo callado, con miedo a decir algo, porque Sitel el aparato que oye todas nuestras conversaciones telefónicas, las grava y las guarda, está en manos del Gobierno socialista sin control alguno de los jueces. Ha llegado el Gran Hermano de la novela premonitoria de George Orwell “1984”. Se acabó la libertad, estamos en mano de un tirano.
Sólo Dios, en su misericordia, puede enviarnos un líder –alguien desconocido, de cuya existencia aun no tenemos noticia- para enderezar este país y devolvernos la confianza en el futuro, la esperanza, porque este pueblo nuestro, eso que ZP llama la ciudadanía es incapaz de levantarse y echarlo del poder de una patada –no violenta- en el culo.