Identidad e infraestructuras

Per José María Adán García

El objetivo principal de todo gobierno, y más directamente y por lo tanto con más exigibilidad, en el caso de las Comunidades Autónomas, es el mantenimiento y promoción de la identidad propia y el dotar de infraestructuras sostenibles que garanticen el bienestar y el progreso de la población.

Es precisamente en ambos aspectos donde la realidad es más insatisfactoria. Donde más interrogantes siguen, donde más inexplicablemente se frustran, se confunden, se disuelven, las justas reivindicaciones colectivas de Valencia.

Sigue la confusa política respecto a nuestras señas de identidad. Entre ellas la que, sin duda, es más evidente, que es la lengua valenciana.

La Academia Valenciana de la Lengua (no se sabe de que lengua), sigue pasito a pasito, tratando de “normalizar”, la lengua valenciana, lo que para ellos es catalanizar. Da igual lo que diga la tradición, la historia, la cultura, la literatura, el pueblo. Es igual lo que defina el Estatuto de Autonomía Valenciano.

Al final se ha admitido la homologación del título de lingüística catalana, con el de valenciano, para las oposiciones a la clase docente, lo cual tiene enorme incidencia en la educación de las nuevas generaciones.

Al final continua el catalán como idioma cooficial en nuestras universidades. Sigue permitiéndose la acción de entidades subvencionadas por las instituciones catalanas en Valencia, con millones de euros para proyectar el idioma y la cultura catalana. Me gustaría saber que pasaría si Valencia hiciera lo mismo en Cataluña. Seguro que sería imposible. Basta ver la persecución que tiene allí el idioma común de España. El estatuto catalán pretende tener la competencia de la proyección del catalán sobre Valencia.

Todo se va disolviendo con el silencio e incluso con el apoyo de nuestra Academia de la Lengua y pasivamente por nuestras instituciones.

Esa disolución, cual una lluvia fina y persistente, acabará por pasarnos factura. Ya es alegada como fundamento de la absorción de Valencia por “els paissos catalans”, que nunca han existido. Por lo tanto nunca han podido incluir a Valencia, que ha estado siempre diferenciada e independiente con instituciones, historia, lengua y cultura propia.

En la antigüedad con dos estados tribales, los edetanos y los contestanos; en la época romana formando parte de la Hispania Citerior, pero dependiente de Cesaraugustanos, fuera de la de la órbita de la Tarraconensis; razón por la cual forma parte –con la definitiva división de Diocleciano- de la provincia Cartaginensis y no de la Tarraconense; con los visigodos constituye una diócesis diferenciada; el reino moro de Valencia abarca con Zeit Abutzei desde Tarragona a Murcia; D. Jaime I la constituye en Reino. Nunca pues ha dependido ni ha estado integrada en ninguna entidad política superior a si misma, que no sea España.

Lo mismo pasa con el otro elemento básico de cohesión y de desarrollo, las infraestructuras.

Es inadmisible que se nos quiera vender como un favor, que el AVE Valencia - Madrid vaya a llegar con 11 años de retraso. Por su población, volumen de tráfico, rentabilidad, situación geográfica, etc, debiera haber sido objetivamente prioritaria.

Es indignante que se haya suspendido el transvase del Ebro, hacia las tierras resecas de Castellón, Valencia, Alicante, Murcia y Almería. Proyecto que ya se planteó por Primo de Rivera, proyectó en el franquismo y formaba parte del Plan Hidrológico Nacional.

Se trata de utilizar las aguas sobrantes que en cientos de Hm3 se pierden anualmente en el mar, aplicando correctamente la competencia “exclusiva” del Estado, en cumplimiento del artículo 149, apartado 22 de la constitución; que atribuye a aquel, “la legislación, ordenación y concesión de recursos y aprovechamientos hidrológicos cuando las aguas discurran por más de una Comunidad Autónoma”. Por ello, la asignación de las aguas del Ebro a una Comunidad contradice el carácter de bien nacional del agua, rompe el principio de solidaridad entre las comunidades autónomas establecida en los artículos 2 y 138 de la Constitución y resulta arbitrario, injusto y contrario al bien común. Anomalía sangrante que pretende blindarse en el texto del nuevo estatuto catalán.

Abundando en esta política, que yo llamaría de persecución del progreso lógico de la Comunidad Valenciana, sin salirnos del tema hidrológico, parece inaudito que se nos obligue a cambiar el trazado y la toma de aguas del Vinalopó. Supone un sobrémoste energético de 4.500.000 euros/año, peor calidad del agua, incremento del 600 % del precio y menor disponibilidad; lo que ya esta produciendo un clamor de protesta por cuenta de los usuarios. A ello se une la “reserva hídrica”, que pretende Castilla-La Mancha, sobre el agua del río Tajo y su transvase al Segura. Naturalmente que si el Gobierno admite arbitraria e insolidariamente que el bien nacional y solidario del agua, se puede parcelar y apropiarse por algunas comunidades privilegiadas, se ha abierto la veda y todas las comunidades que puedan querrán asumir ese derecho, sin importarles la sequía de las otras o tratando de explotar económicamente ese privilegio. Se ha roto la base física de la unidad solidaria entre los hombres y las tierras de España en este aspecto fundamental – el agua es básica para vivir- como en otros muchos.

Se nos quiere convencer –como si fuéramos los tontos del pueblo- que el agua de unas hipotéticas y no realizadas desalinizadoras, nos pueden abastecer (silencian el deterioro ambiental, la mala calidad, la necesidad de renovar las instalaciones periódicamente y el mayor coste).

La inseguridad y la demora del Corredor Mediterráneo, es otro agravio irracional, que no tiene una explicación coherente. Solo viendo el mapa de España y los ejes prioritarios de comunicación previstos como preferentes por la Unión Europea, a simple vista se deduce la imperiosa necesidad de ese corredor.

Sin embargo -es fácil deducir desde donde se maniobra para que así fuera- la red transeuropea de transporte, en lo que respecta a España, desde Helsinki, llega a Tarragona y desde allí se desvía hacia Zaragoza, Madrid y Lisboa, con una derivada a Sevilla. Al Sur de Tarragona para la red europea, no existe el mediterráneo español.

Es inexplicable, que Castellón, Valencia, Alicante, Murcia, Almería, Málaga… hasta Tarifa, donde se concentra la mayor parte de población, del turismo y de volumen de mercancías, que además sería -con el mega puerto Valencia-Sagunto- el centro logístico de proyección hacia África y el resto del Mediterráneo, quede detenido en Tarragona.

Muchos valencianos han denunciado y justificado con serios estudios de viabilidad la necesidad y conveniencia de este corredor. Gregorio Martín, Arturo Virosque, Claudio Perreta, Ángel González, la Cámara de Comercio, la Federación Empresarial, la Universidad… Buenas palabras. Se dijo que la presidencia de Zapatero en la Unión Europea lo iba a conseguir. Una vez más sigue sin aclararse.

El mega puerto Valencia – Sagunto, otra infraestructura lógica y necesaria, no solo desde el interés de Valencia, sino en el de la articulación de España.

Sagunto – Valencia, como ya puse de relieve en la campaña para la localización de la IV Planta Siderúrgica, es el centro ponderado equidistante de las grandes áreas de consumo nacional. Tomando como centro a Valencia, en un radio de 300 Km. se encuentra Barcelona, Zaragoza, Madrid, Alicante, Murcia, Mallorca… Además Sagunto – Valencia es el centro logístico natural de conexión y proyección sobre el Mediterráneo. Los tres puertos de Barcelona, Marsella y Génova, se sitúan al norte de de esa zona natural de confluencia. Valencia – Sagunto es la zona lógica de salida al mar de la España interior.

Si ese MEGA PUERTO, se conectara como parece imperativo, en una política de vertebración de España, con Lisboa mediante una autopista, se convertiría en el puerto mediterráneo de expansión del tráfico atlántico.

Sin embargo también por oscuros intereses y arbitrarias discriminaciones, el mega puerto mediterráneo natural de España, recibe subvenciones muy por debajo del catalán, al no llevar a cabo el AVE (con enorme e injustificado retraso), no incluir en el proyecto de la red transeuropea del transporte el corredor mediterráneo, dificultar los accesos, principalmente el acceso norte –lo que el presidente de la Cámara de Comercio considera catastrófico para Valencia-. Este proyecto queda también desdibujado.

El freno a nuestras infraestructuras es evidente y se proyecta hasta en otros temas como la avenida de Valencia al mar, el aeropuerto de Castellón, la red para la conexión entre Valencia – Sagunto, Zaragoza – Pirineo Central; la financiación e inversiones de la comunidad autónoma, –en la que se vuelven a reproducir las discriminaciones y privilegios de unas regiones sobre otras…

Mientras tanto se oyen “voces de sirena” que ya denuncié en un número anterior de RENOU.

Si somos el centro logístico natural del Arco Mediterráneo y vértice de expansión de España en esa área, no renunciemos a nuestra identidad que es la base de nuestra proyección como pueblo. Mantengamos nuestra primacía. No aceptemos un papel secundario en una ilógica euro región Pirineos – Mediterráneo (que termina en Tarragona).

¡Cuidado con las fusiones bancarias y de Cajas de Ahorro! No vayamos a localizar nuestros ahorros y nuestros impuestos en detrimento de nuestra región.

Tenemos un amplio campo de exigencias. No nos valen cortinas de humo que diluyen los temas importantes. Promovamos nuestra identidad y las infraestructuras racionales que nos corresponden por nuestra situación geográfica y nuestra potencialidad creadora, en beneficio de Valencia y de España.

cites

"perque yo, a manament de vostra senyoria, ho he tret de lati, en nostra vulgada lengua materna valenciana aixi com he pogut, jatssessia que altres l´hagen tret en lengua cathalana".
En el prolec de la seua traduccio del "Valeri Maxim"
Antoni Canals (1352-1419)

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