En el adhesivo de unos melones de Elche se leía "Frutsempere, S.A.", enla- zando la marca el apellido valenciano Sempere y la voz "frut", no menos valenciana. Quizá el empresario no supiera que estaba manteniendo vivo un sustantivo que ya constaba en los villancicos anteriores a 1707: "Llágrimes que com a flors son primaveres de fruts" (Bib. Nac. Madrid, V.E./1309, año 1690). Esta variable sustituyó progresivamente al arcaísmo "fruit", recobrando la pureza etimológica del latín fructus (fruto), más lógica que la metafórica derivación de "frui" (usar, gozar).
El hecho de que encontremos "frut" en coloquios dieciochescos confirma que el pueblo ya había adoptado la simplificación vocálica. En el "Coloqui nou de una vella" (hacia el 1770), leemos "abres frutals" y en el semanario político "EI Mole" tratan sobre "els fruts de la política" (año 1840, p. 85). Muchos de estos escritores eran eclesiásticos, como Martí y Gadea, por lo que hallarían más culta esta voz que les recordaba el fructus de la cuarta declinación de sus años estudiantiles.
Sin coacciones inmersoras, otras voces adquirieron singularidad mediante apócopes, epéntesis y cambios de abertura vocálica, surgiendo dorat, parais, jagant, riquea, etc. Documentadas desde hace siglos en todo el Reino, son la única forma viva en la actualidad, aunque la inmersión promocione los arcaísmos y catalanismos del IEC (daurat, paradís, gegant, riquesa). Palabras como "jagant" no suponían castellanización, al ser engendradas soberanamente por nuestros antepasados. En la fiesta que el Convento del Carmen dedicó a Santa Teresa el 28 de octubre de 1621, y en el libro impreso por Felipe Mey en 1622, citan a los "jagants" (p. 222); igual que fray Joseph Abril., en 1740, anotaba: "Entendrás q´es un Jagant" ("Coloquio":, 1740, v.19). EI mismo año, el catedrático de la Universidad de Valencia Raimundo Joseph Rebollida escribía: "Jagants, Ilumenaries, fochs" ("V Centuria", 1740, p. 169). Eran catedráticos normales, no normalizados por el Institut d´Estudis Catalans.
En Barcelona, en 1804, sí encontramos la forma catalana "gegants" en el Ms. 859 de la Universidad de Barcelona, que trata sobre la restauración del "gegants i gegantesa" de Santa María del Mar. Por el contrario, el Ms.179 de la Universidad de Valencia, fechado en 1793, trata sobre "Jagants y nanos". Por las mismas fechas, el manuscrito "EI enamorat en dia de Corpus" decía: "Ni banderoles de nanos, ni de chagants" (Bib. S.M. M. 419, f.11 v). EI artiacá de Molvedre, en 1667, recordaba "al ajagant Saul" (BaIlester, J.: Bateig, p. 2). Demostrado que estas voces no las inventó la RACV, pasaremos al tema.
La traducción del Himno Regional a la lengua valenciana no se realizó en 1909, sino en pleno desconcierto hacia el año 1934, con un Carlos Salvador que trataba de catalanizar hasta el nombre del Micalet. De ahí que la letra chirríe por la docena de ripios que se filtraron, y que la tradicional blandura que nos caracteriza nos ha impedido sustituir por los vocablos del valenciano vivo. Don Maximilià Thous, pragmático practicante, no ocultaba que Cataluña "era un buen mercado" para productos literarios acondicionados. Según su opinión, "producía buenos rendimientos".
La letra que don Maximilià escribió para el Himno no era sagrada; como demuestra que el mismo Serrano le impusiera la conocida modificación para que figurara la palabra España. De los catalanismos y arcaísmos que Thous dejó en incómoda herencia, éstos son los que más hieren: "Fruites daurades, paradisos, gegantines i riquessa". Traducidos al valenciano moderno serían: "Frutes dorades" (aunque todos pronunciamos "doraes"), "Paraisos, jagantines y riquea". No inventamos nada, pues aparte de ser voces vivas poseen siglos de solera en el idioma valenciano. "Dorat y sobredorat" se documentan en 1650 en el Inventario de la Iglesia de Santa María de Castelló, y el diccionario de Escrig también recogía "dorat". Respecto a "parais", Blay Arbuxech (no Blai) en su "Sermó de la Conquista", de 1666, repetía hasta diez veces el sustantivo en un folio: "Lo parais es Valencia, parais de roses, parais de Iliris... (p. 58). Podríamos Ilenar páginas con testimonios semejantes, si hubiera espacio.
EI caos de 1935 era consecuencia lejana de aquel inofensivo, en apariencia, "Aplec montserratí", de 1868. Los valencianos que asistieron no podían in- tuir la soterrada ambición expansionista que albergaban los lastimeros sollozos de Milá i Fontanals. Allí comenzaron a titubear ciertos intelectuales valencianos ante la supuesta Iluvia de oro que provocaría la catalanización de sus escritos. Con la añagaza de un retorno al "llemosí", arcaísmos comunes a los romances hispánicos en el siglo XIII -que habían sido desterrados y sustituidos por otros- se incorporan en escritos que rezumaban pedantería. Por el contrario, los vocablos que alteraban el nuevo orden catalán -como parais, riquea, fruts, dorat y jagants- fueron prohibidos. Quizá algún día aparezca un político valenciano que los recobre, pues lo que es ahora...
Las Provincias 31 de Enero de 1999